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viernes, 17 de abril de 2015

The Prodigy - The Day Is My Enemy (2015)

ANTECEDENTES E INTRODUCCIÓN.
Lo primero, un saludo a todos los lectores de este blog. Mi nombre es Alfredo Morales y hace poco he tenido el gran honor de empezar a formar parte de la plantilla de “DMR”. Sin embargo no es, ni mucho menos, mi primera experiencia en el mundo de los blogs.

En 2007 decidí crear un blog donde hablaba un poco de todo, aunque hay que decir que la música tenía un peso muy importante. Fue el blog de “El gato Kilo”, y duró hasta el 2013. Tras un tiempo sin escribir, otra vez me entraron las ganas de plasmar en letras mis pensamientos sobre discos y conciertos. Entonces mi buen amigo Abacab me brindó la oportunidad de hacerlo esporádicamente. 

Cuando por fin me encontré en forma para poder escribir con una cierta asiduidad pensé en crear un nuevo blog prácticamente al mismo tiempo de la proposición de Abacab de formar parte de “DMR”. Ya formaba parte de los famosos coloquios de radio, así que en realidad no se trata más de la evolución lógica y también siempre es mucho más gratificante unir fuerzas creando algo en común que hacerlo todo uno mismo. Así que espero que esta asociación sea tan interesante como duradera. 

He querido estrenarme con disco muy actual, tanto que fue publicado el pasado 30 de marzo. Se trata del último lanzamiento de The Prodigy, “The Day Is My Enemy”. Normalmente soy de los que gustan de reposar los discos y no juzgarlos al poco tiempo de salir, pero esta vez voy a hacer una excepción, pues las múltiples escuchas de este nuevo álbum creo que me hacen tener las ideas más o menos claras sobre el tipo de material al que nos enfrentamos.

El disco se ha hecho de rogar, seis años nada menos después del exitoso “Invaders Must Die” (2009). En ese sentido los Prodigy son del sindicato del mínimo esfuerzo; ellos se han encargado en sus casi 25 años de existencia de convertirse en un grupo básicamente de directo dejando a un lado el estudio de grabación. Yo no tengo nada que objetar al respecto, soy de los que opinan que si no tienes nada que decir mejor no publiques nada y vive de las rentas; nada peor que presumir de una discografía extensa pero llena de discos mediocres.

Prodigy se puede permitir estar siglos sin pasar por el estudio mientras se recorre el planeta un año tras otro siendo cabeza de cartel en innumerables festivales. Se trata del grupo que consiguió hacer atractiva la música de baile y la electrónica a un público rockero e incluso a amantes del metal. Una etiqueta tan genérica como techno-punk les iría como anillo al dedo. Hablamos de la banda que revolucionó la escena electrónica con discos como “Music For The Jilted Generation” o sobre todo “The Fat Of The Land”.

Después de un disco que dejó muy buen sabor de boca a fans y crítica, The Prodigy vuelven seis años después, ¿La gran espera ha merecido la pena? Es lo que vamos a ver.

ANALISIS DEL DISCO.
1. “The day is my enemy”: El disco comienza con mucha fuerza, con unos duros tambores militares que nos conducen a un verdadero escenario de guerra atenuado por la voz sensual de Martina Topley-Bird que le da un toque ciertamente oscuro, donde nos dice que “el día es su enemigo” mientras que “la noche es su amigo”. ¿Una metáfora volviendo a la temática de “Their law”? Bien podría ser, pues nos encontramos ante el álbum más político de The Prodigy.

2. “Nasty”: Con el nivel tan alto dejado por el primer tema, esperaba algo más que este “Nasty”, primer single del álbum donde tenemos las clásicas intervenciones de Keith y Maxim, en un tema que posee un enorme parecido con “Breathe” aunque careciendo de la tensión de este último. La política sigue estando presente; en este caso es la justicia británica la que está en el punto de mira. Nuevamente “Their law” nos viene a la cabeza. El single contó con un entretenido videoclip donde unos cazadores quieren acabar con un zorro; el zorro, que es portada del álbum y protagonista absoluto a nivel visual, por supuesto gana, como debe de ser.

3. “Rebel radio”: Aquí podemos hablar de un cambio de dirección, mucho menos abrasivo y mucho más bailable que los dos primeros temas. Parece que The Prodigy se deciden ahora a atacar el mundo de las celebrities djs, aunque donde se explayaran a gusto con Guetta y compañía será en el siguiente tema.

4. “Ibiza”: Dura, muy punk y directa. The Prodigy junto al rapero Jason Williamson de Sleaford Mods la toman con todos esos djs que llevan toda su sesión en una llave USB que conectan a un ordenador mientras ellos se dedican a guiar al público y hacer el mono con el “manos arriba, manos abajo”. Puede ser una buena canción para Keith Flint en directo.

5. “Destroy”: Un tema bastante caótico, que devuelve un poco el ambiente del comienzo del álbum. Aquí pareciera que estamos en medio de una batalla y nos caen bombas por todas partes.

6. “Wild Frontier”: Quizás el mejor tema del álbum junto con el que le da título. Aquí nos encontramos a los mejores Prodigy, capaces de hacernos bailar con duros golpes de sintetizador en un tema en el que no paran de sorprendernos con nuevos giros inesperados. Es justamente esa capacidad de sorpresa uno de los grandes valores del grupo y aquí lo cumplen. El tema ha sido single y ha contado con un divertido video donde unos animalitos se van de excursión y una vez más los cazadores quieren fastidiarlos pero no lo consiguen; el animal siempre es superior al humano.

7. “Rok-Weiler”: Aquí les vuelve a salir la vena más rockera y ciertamente estamos ante un impresionante trallazo que hará las delicias de sus fans más metaleros. Repetitivo y ruidoso a más no poder, pero igualmente efectivo.
8. “Beyond the deathray”: Después de tanto ruido, llega un tema que hace de ecuador hacia la excesiva segunda parte del álbum. Atmosférico, algo melódico y oscuro, no es gran cosa pero sirve de interludio.

9. “Rhythm bomb”: Afortunadamente, el único tema del álbum que se deja llevar por el dubstep, algo en lo que tienen bastante que ver Flux Pavilion que colabora con el grupo en este tema sin llegar a conseguir un resultado sastisfactorio; no por ensuciar mucho una canción ésta es más interesante.

10. “Roadblox”: Tema donde el protagonista es Maxim, que no consigue levantar el rumbo de un álbum que empieza a cansar por culpa de tanta repetición de fórmula y tanto ruido injustificado. Todo se hace cada vez más predecible y por lo tanto aburrido.

11. “Get your fight on”: Ésta es una canción que ya llevaban haciendo bastante tiempo en directo. Una especie de mezcla entre “Spitfire” y “Take me to the hospital”, poco original, pero al menos efectiva en directo, que ya es algo.

12. “Medicine”: Más tralla para rellenar el álbum. Volvemos a lo que siempre hemos Dicho: mejor condensar todo en el numero justo de canciones que hacer estos álbumes interminables donde siempre te tienes que comer el relleno.

13. “Invisible sun”: Después de tanto sonido abrasador, parece que aquí Liam Howlett se calma un poquito y nos ofrece un medio tiempo de sonido un tanto asfixiante pero que al menos se sale de la tónica general del disco. Hubiera sido un buen final para la obra.

14. “Wall of Death”: Otro de los adelantos en forma de single promocional donde The Prodigy se despiden de nosotros por vete tú a saber cuántos años. Esta vez, en lugar de hacerlo de forma sutil como en su anterior album, lo hacen a base de caña burra sin ninguna contemplación. Aquí no hay lugar para ningún detalle mínimamente interesante. Esta canción es simplemente una apisonadora. A mí me resulta bastante excesiva.

RESULTADO, CONCLUSIONES Y REFLEXIONES.
En general “The Day Is My Enemy” es una versión más ruidosa y cafre del “Invaders Must Die”. Tiene sus momentos interesantes, pero la sensación es la de un disco hecho para renovar el repertorio en los conciertos con cuatro o cinco canciones nuevas; después de seis años de espera, esto resulta bastante decepcionante.

El disco cumple su función de divertirnos y hacernos bailar. Algunas de estas canciones serán perfectas para los pogos que se montan en sus conciertos, pero esperábamos algo más de ellos, algo más sorprendente. El disco es continuista de otro de hace nada menos que seis años, lo cual ya es grave, pero es que encima es continuista a nivel menor.

De todas formas, por muy exquisitos que nos pongamos, iremos una vez más a verlos en directo, a comprobar cómo funcionan estas canciones en vivo y vivir uno de los mejores y más intensos espectáculos que existen hoy en día. Debemos darnos prisa, Maxim y Keith empiezan a hacerse viejos. Creo que con este disco podrán dar sus últimos grandes conciertos antes de empezar a resultar algo patéticos. No me gustaría.

Texto: Alfredo Morales.

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